Janosch nació en 1931 en un pueblo en Alta Silesia, cerca de la frontera polaco-germana. Vivió su infancia en extrema pobreza y no se llevaba muy bien con sus padres. Al terminar la escuela a los 13 años, empezó a trabajar en una herrería y cerrajería y luego en una fábrica de textiles; hasta que en 1953 cambió su vida: se mudó a Múnich para ser pintor.
Allí se inscribió en la Academia del Arte de Múnich, pero lo echaron por falta de talento.
Con este pasado no debería sorprendernos el humor y la ironía con la que Janosch cuenta sus historias, porque como el mismo siempre termina reconociendo : "La vida es bonita al fin y al cabo".