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Karla es una joven bruja que vive sola en el bosque y teje calcetines rojos que luego regala a personas especiales. Robert es un repartidor de carbón que vive en la ciudad rodeado de gente, pero que también se siente solo porque, debido al color negro de sus manos, ninguna chica quiere ser su pareja. Éste relato explica cómo se encontraron Karla y Robert y la historia de amor que vivieron. La narración está salpicada de cuentos que se mezclan con la trama principal, lo que aporta matices distintos que permiten disfrutar el libro desde dos puntos diferentes: por el eje principal y por las historias que encierra. El lector va descubriendo poco a poco que nada es lo que parece: las brujas dejan de serlo y la magia surge en lo que parece normal. Lo que sí nos queda claro es una cosa: que con calcetines rojos se anda mucho mejor.
Ciertamente, Karla no puede quejarse: es joven, bella, tiene una casita en el bosque inclinada por el viento y un caldero de bruja, en el que cocina sopa de bruja. ¡Si no fuera porque se encuentra tan sola!
Solo está también Robert, el repartidor de carbón, con el que ninguna chica quiere salir debido a sus negras uñas. A Karla las uñas negras no le molestan, ella no es así. ¿Pero cómo podrían encontrarse los dos?
Jutta Richter narra una historia de brujas con todo lo que tiene que tener. Incluso con brujas gemelas y el conjuro para un verdadero elefante. Pero, sobre todo, narra una historia sobre la felicidad.