Willy era incapaz de matar una mosca. Cuando salía de paseo, Willy tenía buen cuidado de no pisar a los insectos pequeños. Cuando alguien tropezaba con él siempre decía: “¡perdón!”, aunque no fuera su culpa. A veces, cuando salía a caminar, la pandilla de gorilas del barrio lo molestaba. “¡Perdón!”, les decía Willy cuando le pegaban. Los gorilas del barrio lo llamaban Willy el Tímido Willy odiaba ese nombre. ¡Willy el Tímido!