Leoteca - Parte de Smartick

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Resultados de tu búsqueda: 141 libros

La sangre corre como un río por mis sueños nos transporta a los majestuosos paisajes y a la dura vida de los indígenas en el desierto del sudoeste de Estados Unidos. Hijo de una navaja narradora de historias y de un vaquero matón, Nasdijj ha vivido siempre en los límites irregulares de la marginalidad. En estos relatos nos habla de su hijo adoptivo, Tommy Poca Cosa, de su lucha contra el síndrome de alcoholismo fetal y de la última excursión a pescar que realizaron juntos. Sin embargo, a pesar de la dramática presencia de la muerte, de la vida caótica y delirante que llevó con sus propios padres, o de las dificultades de la vida en la reserva, su voz es siempre de búsqueda sincera, de humor irónico y casi de compasión cósmica. Aunque Nasdijj lucha contra la difícil situación de pertenecer a dos culturas divididas, no deja de sentir afecto por quienes a menudo lo rechazan y predica la esperanza que a él mismo le falta. Nasdijj nació en el sudoeste de Estados Unidos en 1950 en el seno de una familia de trabajadores itinerantes que recorrían las granjas y los ranchos de todo el país. Vivió entre los pueblos tewa, chippewa, navajo y apache mescalero. Lleva más de dos décadas escribiendo, ganándose la vida con artículos para periódicos provincianos y con la enseñanza; en un momento dado su resolución de seguir escribiendo lo llevó a quedarse sin casa y durante un tiempo vivió en un camping público. La primera aparición de sus escritos en una publicación importante no se produjo hasta junio de 1999, cuando Esquire firmó el contrato para la edición de este libro, que más tarde fue finalista del National Magazine Award. Nasdijj es un término atabascano que significa «llegar a ser nuevamente».

La sangre corre como un río por mis sueños

Nasdijj

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En una escuela coránica para mujeres, un espacio sofocante y aterrador en el que muerte y sexo se confunden, cada una de las tres mil condenadas a muerte tiene una historia. Sólo una joven virgen decide escapar a la fatwa que la condena a ser violada y asesinada por sus guardianes y excluida así de un paraíso al que sólo pueden acceder las doncellas. Para recrear el paraíso que se le niega, se entrega voluntariamente al placer prohibido de una noche con su verdugo, el mismo que debe acabar con su vida al día siguiente. «Quise escribir la historia de la noche dos mil dos, la que pudo sucederle a Sherezade. La historia de todas las mujeres ejecutadas en Irán. Se sabe que los guardianes de la Revolución se presentaban en casa de las familias para pedir la mano de las jóvenes casaderas y una semana después éstas aparecían muertas. La protesta de la heroína de mi historia no se centra en la religión sino en los hombres. Para nuestras mujeres hacer el amor de verdad, conocer el placer, es una forma de protesta contra el hombre». Los otros tres cuentos son otros tantos «encuentros» entre el escritor, el narrador de la historia, y un personaje misterioso que le cuenta su versión de los hechos. Es el choque brutal entre la visión literaria, artificiosa, deformada por el tiempo y la necesidad de rehuir las responsabilidades en los acontecimientos con la verdad cruda de la realidad, mucho más increíble a veces que lo imaginado. Ali Erfan nació en Ispahán en 1946. Escribió su primera novela a los quince años, un texto marcadamente político que le costó la cárcel. Se dedicó al cine a partir de su primer exilio en Francia. En 1979, al estallar la Revolución, regresó a Irán, donde realizó dos largometrajes. En 1981 se ve obligado a tomar de nuevo el camino del exilio y, ya en París, inicia una carrera de escritor que, si bien es reconocida unánimemente por la crítica, resulta dura y amarga para el autor. «Si escribo, me matan; si no lo hago, me muero». Ali Erfan ha publicado una novela: La ruta de los infieles, traducida del persa al francés por el propio autor y publicada por Barataria en 2001; y tres libros de cuentos: Le Dernier poète du monde, Expulsadas del paraíso y La 602° nuit.

Expulsadas del paraíso

Erfan, Ali

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Unas niñas bien que maltratan despiadadas al pariente pobre, un banquete de bodas a los acordes de una banda años setenta en el que los invitados hablan con descaro del montante de la dote y exhiben sin pudor toneladas de joyas; los turistas alemanes «meditando» en las escaleras de Benarés; hoteles que prohíben el acceso a los indios; las angustias de los opositores, eternos aspirantes a puestos de administración del Estado; jainitas que proclaman sin pudor su intención de acabar con todos los musulmanes. Mishra ironiza sin piedad a costa de los que considera culpables del constante deterioro de la sociedad india, pero también nos describe con melancólica ternura su fugaz encuentro en Kerala con un visitador médico y su conversación sobre Thomas Mann en un café al abrigo de la lluvia, o la idílica imagen de los nómadas gaddis siguiendo su invariable rutina de trasladar sus rebaños de los valles a las montañas. «Los dos mundos parecían cada vez más incompatibles: atrás, la ciudad, con sus casas a medio terminar y sus antenas parabólicas, sus políticos y empresarios arribistas; allí, en las lindes como si dijéramos, aquellos pastores que seguían practicando su milenario estilo de subsistencia y personificaban una forma de vida satisfecha, ya casi olvidada de tan antigua. Y por mucho que uno deseara que ésta lograse sobrevivir, se sabía que el encanto no tardaría en romperse, y que la fuerza bruta del cambio no dejaría de pasar por encima de aquellos últimos reductos de un mundo más sencillo y... ¿tendremos el valor de decirlo?... más feliz.»

Pollo a la mantequilla en Ludhiana

Hussein, Pankaj Mishra

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Al extremo sur de la India, la costa de Malabar bordea el estado de Kerala, traza una recta hacia el sur, y siguiéndola, se dobla la punta más meridional, el cabo Comorin, donde se mezclan las aguas del mar de Omán, el golfo de Bengala y el océano Índico. Remontando desde allí se alcanza la costa de Coromandel. Malabar y Coromandel son también imágenes del paraíso recobrado en sus largas lenguas de arena fina, inundadas de sol y bordeadas de cocoteros. El sur y el mar; el mar siempre como una presencia. Y, en medio de los fascinantes paisajes, aparecen los hombres, mujeres, niños y ancianos, serios o sonrientes, harapientos o soberbiamente engalanados, en el trabajo o en la oración, tan lejanos y sin embargo tan nuestros, porque Alain Carayol sabe mirarlos con pasión y humanidad. Alain Carayol. Nacido en Saint-Malo (Francia), Alain Carayol se considera ciudadano del mundo. Desde hace veinte años ha firmado un pacto con la India. Vuelve allí cada año para captar con su objetivo los mil y un contrastes de esta tierra mítica. Después de su primer libro Inde, mère Gange (Romain Pages Éditions), en el que hace un exhaustivo recorrido por los meandros sagrados del Ganges, la segunda parte de su aventura lo ha llevado al extremo sur del subcontinente, desde Kasargor, atravesando las playas al norte de Kerala, hasta Madrás, la gran metrópolis del sur de la India, pasando por el cabo Comorin, un periplo de dos mil kilómetros recorridos en ciclomotor para no perder la más mínima ocasión de captar una imagen, un rostro, una escena.

India, Malabar y Coromandel

Carayol, Alain

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