Leoteca - Parte de Smartick

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Resultados de tu búsqueda: 87 libros

En Esa luz que nos quema hay un elemento decisivo para la afirmación de la voz poética de Millares Sall: la memoria. «Es una escritura que "se hace al mismo tiempo que se busca y la palabra se va imbricando a medida que el tema va tomando cuerpo […] Poema que no explica. Sólo habla sugestivamente de aquello que lo envuelve […] Nos encontramos ante la respiración de la palabra”, así dice nuestro autor. Nada extraño, en consecuencia, que se produzca un salto hacia la mayor sobriedad expresiva, hacia una exigencia de pensamiento, hacia una reducción esencial del poema, como se observa –sobre todo– en las series sucesivas de los últimos cinco años: “Ahora escribo como quiero. Sin tener que atender a temas que sean convenientes y mucho menos a formas que atraigan a un público lector”, palabra de José María Millares, una vez más ante su rabiosa libertad; lo que no supone volver la espalda a “lo más profundo de la oscuridad”, pues de ella “nace siempre –sigue siendo su palabra– esa luz que nos da conciencia de lo que somos y queremos, de la nada que tocamos con la escritura […] la nada que somos, que escribimos para ser”.» Jorge Rodríguez Padrón Calidoscopio El poeta, compositor y dibujante José María Millares Sall nació en Las Palmas en 1921, y su vida ha transcurrido entre Gran Canaria y Madrid. Participó tempranamente en la combativa Antología cercada, primera manifestación colectiva de poesía social en la posguerra española, y fundó las míticas Planas de Poesía (1949-1951), canceladas por la actuación policial, que le supuso detención, tortura y cárcel. Con títulos tan memorables como Liverpool, Manifestación de la paz o Ritmos alucinantes, su extenso itinerario creador, de una versatilidad y fecundidad inusitadas, toca innumerables cuerdas –existencial y humanista, lúdica y satírica, clasicista y onírica– y ha merecido en 2009 el prestigioso Premio Canarias de Literatura. El poemario Esa luz que nos quema antologa piezas inéditas de su etapa de madurez, tal vez la más hipnótica, visionaria y libre.

Esa luz que nos quema

Millares Sall, José María

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Los cuentos de O. Henry tienen una característica que los hace inconfundibles, su final con sorpresa. La última línea resuelve, siempre con maestría, una trama, compleja en su camino por los sentimientos pero clara en la descripción de sus protagonistas. Jorge Luis Borges, que lo admiraba profundamente, dijo de él: «Edgar Allan Poe sostenía que todo cuento debe redactarse en función de su desenlace; O. Henry exageró esta doctrina y llegó así al trick story, al relato en cuya línea final acecha una sorpresa». Esto no es un cuento y otros cuentos recoge doce historias de nítida escritura, sentido del humor paradójico y un estilo directo, con una técnica que hoy llamaríamos avant la lettre, cinematográfica. O. Henry decía que en Nueva York hay cuatro millones de historias, las de sus cuatro millones de habitantes: desde el amor –o más bien la dura conquista de la mujer– al negocio del heroísmo, desde el periodismo a la caballerosidad sureñas, las «leyes» capitalistas de la oferta y la demanda o los indios «civilizados» que estudian griego y sólo arrancan la cabellera de sus contrincantes en los partidos de fútbol americano, sus narraciones cargadas de humor y de un enorme pragmatismo nos cuentan hechos insólitos en las vidas de gente corriente. Desde 1919 el O. Henry Award es el premio más prestigioso de Estados Unidos para relatos breves. Entre sus ganadores se cuentan narradores como William Faulkner, Dorothy Parker, John Updike, Truman Capote o Raymond Carver. O.Henry, cuyo verdadero nombre era William Sidney Porter, nació en Greensboro (Carolina del Norte) el 11 de septiembre de 1862. A los veinte años se trasladó a Texas, ejerció diversos oficios y se casó con Athol Estes, con la que tuvo dos hijos. En 1894, mientras trabajaba en el First National Bank de Austin, Porter fue acusado de apropiarse de cuatro mil dólares. Huyó a Honduras, donde vivió siete años, pero al enterarse de la enfermedad incurable de su esposa, que murió de tuberculosis en 1897, regresó y cumplió una condena de tres años en Ohio. En la cárcel empezó a escribir historias cortas para mantener a su familia, y tras su liberación en 1901, cambió su nombre por el de O.Henry y se trasladó a Nueva York. Desde diciembre de 1903 a enero de 1906, escribió un cuento semanal para el semanario New York World, y varios cuentos en otras revistas que le dieron una gran popularidad. Sus relatos cortos se convirtieron en ejemplo de construcción circular con un remate sorpresivo y teatral. Sin embargo su éxito radica en su empatía con el lector, en su elección de personajes y ambientes que sugieren familiaridad en situaciones excepcionales. Minado por el acoholismo crónico y los problemas económicos, O.Henry murió en Nueva York, el escenario de muchos de sus cuentos, el 5 de junio de 1910.

Esto no es un cuento y otros cuentos

Henry, O.

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En una escuela coránica para mujeres, un espacio sofocante y aterrador en el que muerte y sexo se confunden, cada una de las tres mil condenadas a muerte tiene una historia. Sólo una joven virgen decide escapar a la fatwa que la condena a ser violada y asesinada por sus guardianes y excluida así de un paraíso al que sólo pueden acceder las doncellas. Para recrear el paraíso que se le niega, se entrega voluntariamente al placer prohibido de una noche con su verdugo, el mismo que debe acabar con su vida al día siguiente. «Quise escribir la historia de la noche dos mil dos, la que pudo sucederle a Sherezade. La historia de todas las mujeres ejecutadas en Irán. Se sabe que los guardianes de la Revolución se presentaban en casa de las familias para pedir la mano de las jóvenes casaderas y una semana después éstas aparecían muertas. La protesta de la heroína de mi historia no se centra en la religión sino en los hombres. Para nuestras mujeres hacer el amor de verdad, conocer el placer, es una forma de protesta contra el hombre». Los otros tres cuentos son otros tantos «encuentros» entre el escritor, el narrador de la historia, y un personaje misterioso que le cuenta su versión de los hechos. Es el choque brutal entre la visión literaria, artificiosa, deformada por el tiempo y la necesidad de rehuir las responsabilidades en los acontecimientos con la verdad cruda de la realidad, mucho más increíble a veces que lo imaginado. Ali Erfan nació en Ispahán en 1946. Escribió su primera novela a los quince años, un texto marcadamente político que le costó la cárcel. Se dedicó al cine a partir de su primer exilio en Francia. En 1979, al estallar la Revolución, regresó a Irán, donde realizó dos largometrajes. En 1981 se ve obligado a tomar de nuevo el camino del exilio y, ya en París, inicia una carrera de escritor que, si bien es reconocida unánimemente por la crítica, resulta dura y amarga para el autor. «Si escribo, me matan; si no lo hago, me muero». Ali Erfan ha publicado una novela: La ruta de los infieles, traducida del persa al francés por el propio autor y publicada por Barataria en 2001; y tres libros de cuentos: Le Dernier poète du monde, Expulsadas del paraíso y La 602° nuit.

Expulsadas del paraíso

Erfan, Ali

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Bien mirado, me habré pasado la vida yendo a la contra. Como un adolescente. Primero, el trocito final del franquismo. Luego, el nacionalismo. Sólo aquellos años insólitos de la Transición habrán quedado allí como un exponente de que la política catalana puede gestionarse de otro modo. En los últimos tiempos, a raíz de la creación de Ciutadans de Catalunya, me he encontrado a menudo discutiendo con algún amigo si la estrategia frentista era o no la más adecuada. Es decir, si se podía ser sólo «anti» o si también era necesario que una propuesta política, la que fuese, tuviera unos contenidos propios, al margen de la oposición a los principios ideológicos que se pretendía combatir. Y en esta clase de discusiones he creído siempre que la primera opción era la buena. No porque la otra no fuera conveniente y necesaria, sino, simplemente, porque no era prioritaria. Pericay logra el tour de force de convertir método filológico en estilo narrativo, en un gesto que no deja de evocar el que condujo a Proust de sus ensayos y crónicas al definitivo salto de la Recherche. Ana Nuño Un libro magníficamente escrito, interesante e inteligente, lleno de ideas…Lluís Maria Todó De Filologia catalana emerge un personaje sensible, culturalmente sofisticado y políticamente complejo. Albert Branchadell Uno de los mejores libros de memorias que se escribirán en el (…) siglo. José García Domínguez Un libro valiente, convincente y honrado, que hay que tener en cuenta. Laura Freixas [Un libro] lleno de humor, la némesis del nacionalismo. Gabriel Tortella Escrito con prosa modélica, injertado de pugnaz ensayismo, permanentemente belicoso con el modelo cultural de los gobiernos de Jordi Pujol (modelo asumido después por el nacionalprogresismo). Jordi Amat Xavier Pericay (Barcelona, 1956) es licenciado en Filología Catalana por la Universidad de Barcelona. Aunque las circunstancias le llevaron, en 2005, a suscribir el manifiesto «Por un nuevo partido político en Cataluña», su vida ha transcurrido hasta la fecha entre la filología y el periodismo. Ha escrito, junto a Ferran Toutain, Verinosa llengua (Empúries, 1986) y El malentès del noucentisme (Proa, 1996), y ha traducido al catalán libros de Gide, Balzac y Stendhal, y al castellano los Dietarios de Josep Pla (Espasa, 2001-2002) y las Memorias de un intelectual de Julien Benda (Espasa, 2005). En 1987 fue responsable de la confección del Llibre d'estil del Diari de Barcelona (Empúries). Desde 1991 se dedica a la enseñanza del periodismo (actualmente en el cesag, adscrito a la Universidad de las Islas Baleares) y a escribir en los papeles, en particular en el diario Abc. Como editor ha publicado Cuatro historias de la República (Destino, 2003) y La Segunda República española (Destino, 2006). En 2007 apareció en Tentadero, Progresa adecuadamente y, de nuevo en Destino, Filologia catalana. Memòries d'un dissident. Acaba de publicar, también en Destino, el ensayo Josep Pla y el viejo periodismo.

Filología catalana

Pericay, Xavier

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Un hombre y una mujer en Sudáfrica. Toloki, un vagabundo feo y maloliente, una figura estrafalaria y enternecedora, con su sombrero de copa y su traje carnavalesco, va de funeral en funeral ofreciendo sus servicios de plañidero a cambio de unas pocas monedas. Noria, en cambio, es una mujer bella, fuerte y generosa, que se ha convertido en el símbolo de la resistencia de las mujeres tras años de miseria marcados por la tragedia de perder a sus dos hijos. Un día, en el entierro de un niño, Toloki reconoce a la madre: es Noria, su amiga de la infancia. Su reencuentro en la ciudad y el relato de sus terribles vivencias van transformándolos y lentamente el amor hace su aparición. Él reconstruye su barraca quemada y la convierte, con unos cuantos recortes de viejas revistas de decoración, en una mansión de ensueño por la que pueden pasear por imaginarios y ordenados jardines. Ella aporta belleza y fortaleza a su miserable entorno porque «todas las catástrofes han afectado a sus ojos, y ahora ve belleza donde no la hay». Juntos, con su inmensa humanidad, reafirman las palabras de Noria: «Nuestras formas de morir son nuestras formas de vivir». Zakes (Zanemvula Kizito Gatyeni) Mda nació en Herschel, Sudáfrica, en 1948. Su padre, abogado, fue cofundador del Congreso Nacional Africano, lo que obligó a la familía a tomar el camino del exilio. Tras vivir en diversos países de África, Estados Unidos y Europa, Zakes Mda regresó finalmente a Sudáfrica en 1995. «Escritor» es una palabra demasiado limitada para describirlo. Es pintor, poeta, dramaturgo, periodista, crítico, profesor universitario, conferenciante, productor y director de programas televisivos. «El arte es el arte. No tengo una actitud encasillada sobre la creatividad. Utilizo cualquier forma de expresión.» Zakes Mda escribe novelas desde hace diez años. Su último trabajo, The Heart of Redness, recibió el 2001 Commonwealth Writers' Prize for Africa. Formas de morir fue también galardonada con el Olive Schreiner Prize y el M-Net Book Prize.

Formas de morir

Mda, Zakes

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«El mejor libro de Tondelli. El amor como tensión, peligro, descubrimiento, meditación sobre el mundo, revelación de futuro.» Oreste del Buono, Panorama «El libro, si acaso es posible, tiene un sonido especial, un color especial. Sonido y color de elegía, de melancolía corrosiva.» Enzo Siciliano, Corriere della Sera «Un extraordinario y feliz relato de amor y de muerte, de nostalgia y de madurez, de impotencia y de grandeza, donde se reconoce la crisis de nuestro tiempo y susmisteriosas razones.» Cesare de Michelis, I Fiori di Carta Dividida en tres «movimientos», entre viajes de ida y de vuelta y algunos flash back, Habitaciones separadas es la historia de un viaje intimista suspendido entre recuerdos y lugares del pasado. El protagonista, Leo (un escritor consagrado que creció en un pueblo del valle del Po), recuerda y recompone los retazos de su historia de amor con Thomas, un joven músico alemán, cuyo recuerdo le ha dejado una estela de sentimientos contradictorios y dolorosos. Al recorrer hacia atrás las etapas de su pasado, se va hilvanando una larga y atormentada reflexión sobre la vida y la muerte, sobre el amor y la madurez. Se revelan los fragmentos de una historia de amor formada en habitaciones separadas, entre continuas separaciones y acercamientos, entre encuentros «casuales» en viajes por Europa, pero dejando siempre la puerta abierta a la posibilidad de volver a refugiarse en la soledad. Un amor que también pasa por el tormento de los celos cuando Thomas conoce a una chica y empieza con ella una relación «socialmente más llevadera» y menos compleja que la de los dos hombres. Es sobre todo la historia de un amor dramáticamente truncado por la enfermedad de Thomas y su prematura muerte, que Leo no puede dejar de revivir. Habitaciones separadas es una novela melancólica, amarga y tierna, de atmósferas otoñales e introspectivas, entre visiones elípticas y fragmentarias de un pasado que se reconstruye a través lugares e itinerarios. Son páginas de delicada sensibilidad, como las que describen el viaje de Leo a su pueblo natal, donde el protagonista se busca a sí mismo e intenta reconstruir su historia. Ya con su libro de exordio (Otros libertinos, 1980), Pier Vittorio Tondelli se sitúa en el centro del debate cultural italiano. El tímido muchacho de provincias irrumpe con un «escándalo» en el adormecido clima cultural italiano, es encausado por «obscenidad» y posteriormente absuelto de todos los cargos. Así empieza su andadura literaria, caracterizada por una búsqueda constante del lenguaje, la musicalidad y el ritmo de las palabras. Nos describe con delicadeza e ironía el mundo de la homosexualidad y la promiscuidad en escenarios de soledad, con la sola compañía de los mitos generacionales de su tiempo. Tondelli, sin pretenderlo, provocó grandes rechazos y grandes adhesiones y se impuso como escritor de culto de toda una generación. Melancólico, resignado, irónico y sensible, a veces crudo y desencantado, sigue apasionando sobre todo por su estilo y su empleo del lenguaje, una combinación de densidad y ligereza, urgencia, ritmo, frescura y mirada contemplativa. Un lenguaje que emplea su propio sonido, y que no puede prescindir de las referencias literarias y musicales de toda una generación formada con Kerouak y Cohen, impregnada de la melancolía de los Smith y de la rabiosa ironía de los italianos CCCP. En los años ochenta, Tondelli se empeña en proyectos culturales de largo alcance, como el de Under 25, que se propone dar a conocer la nueva generación de escritores italianos. También funda y dirige la revista cultural Panta. Muere de sida en 1991 con sólo treinta y seis años.

Habitaciones separadas

Tondelli, Pier Vittorio

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Mi ensimismamiento no implica que pierda mi agilidad mental y física. Mientras me mantengo ahí, quieto, como una estatua, con los ojos entornados e indiferente en apariencia, si pasa una mosca yo, con un movimiento de cabeza prodigiosamente rápido, abro la boca y me la trago. No es que las moscas sean mi plato favorito, naturalmente. Es por el placer de ejercitar todas mis facultades, mis potenciales funciones, y digo bien, todas, al mismo tiempo. Si Pa tuviese mi concentración y también mi rapidez, cuántas cosas prodigiosas pensaría y escribiría en un abrir y cerrar de ojos. En efecto, él también se queda muchas horas inmóvil, como clavado en un extraño bastidor de madera que llaman escritorio. Pero él padece, suda, se interrumpe, mira cien veces a un lado y a otro, sufre ataques de pánico («¡Dios mío! ¡Otra hora perdida!»), se rasca la cabeza, rebulle en el asiento y, a veces, dice palabrotas. Al final, de todo ese sufrimiento no quedan más que algunos garabatos sobre un papel. Nacido en Roma en 1933, Alberto Asor Rosa, prestigioso historiador y crítico de la literatura y la cultura italianas, dirige actualmente el departamento de Estudios Literarios y Lingüísticos de la universidad La Sapienza de Roma. Su obra ensayística se ciñó en los primeros tiempos al ámbito de la historia de la literatura. De esta época sobresalen sus monografías sobre Boccaccio, Verga y Calvino, así como sus Storia della letteratura italiana (obligado manual de consulta en institutos y universidades), Un altro Novecento, Letteratura italiana del Novecento (ensayos sobre la literatura italiana de posguerra) y Genus Italicum. Paralelamente, desde su conocida posición en las filas de la izquierda italiana, ha producido ensayos de análisis histórico-político: Le due società, L'ultimo paradosso, Fuori dall'Occidente, La sinistra alla prova o La guerra. Ha escrito dos obras de narrativa: El alba de un mundo nuevo (Barataria, 2005) y Historias de animales y otras vidas.

Historias de animales y otras vidas

Asor Rosa, Alberto

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Tres biografías paralelas, una fotografía del poder y de los que lo detentan, una radiografía del dinero y de sus mecanismos de compraventa: una escalofriante novela de Joseph Roth sobre la soledad del hombre moderno implacable, lúcida y brillante. Izquierda y derecha, publicada en 1929, puede considerarse la culminación de la primera etapa de la obra de Joseph Roth y presenta todos los elementos que han hecho de él uno de los autores más importantes de la literatura centroeuropea de entreguerras. En Izquierda y derecha recrea el ambiente de la república de Weimar, el hundimiento de una sociedad que asiste impasible al ascenso del nazismo. La ruina económica y moral de la familia Bernheim a raíz de la guerra encarna la de la misma Alemania, y la trayectoria de los hermanos Bernheim, en apariencia enemigos irreconciliables, muestra la profunda identidad de clase que los une: Paul, un prometedor genio desde la infancia, débil, dominado por el ansia de poder; Theodor, cuyo resentimiento y cobardía le llevan a las filas del racismo y el nacionalismo radical, aunque termine escribiendo en un periódico democráta y controlado por los judíos. Frente a ellos, la personalidad enigmática de Nikolai Brandeis, un apátrida, los hace parecer aún más peligrosos y grotescos. Roth nos ofrece un cuadro burlesco y amargo del Berlín de entreguerras, marcado por los negocios dudosos y el afianzamiento del nazismo, en el que se entrecruza el destino de los hermanos Bernheim, de las mujeres que les sirven de apoyo y a las que humillan y desprecian, de Nikolai Brandeis, contrapunto de esa descomposición social, un personaje lleno de valor, inolvidable; de vividores, revolucionarios de salón, jugadores y falsos artistas que se entregan cada noche a su propio espectáculo, como si todo lo que ocurre a su alrededor formara parte de un gran cabaret. Joseph Roth nació en Brody, principado de Galitzia-Volinia, por entonces en el Imperio austrohúngaro y hoy en Ucrania, en 1894, y murió en París en 1939. De familia judía acomodada, estudió literatura y filosofía en Viena, se alistó voluntario durante la Gran Guerra y desde 1923 viajó por toda Europa como corresponsal del periódico Frankfurter Zeitung. Finalmente, huyendo del nazismo, se exilió en París. Enfermo y alcoholizado, murió allí poco antes del inicio de la segunda guerra mundial. Escribió en alemán diecinueve novelas (Hotel Savoy, Job, La marcha de Radetzky, Tarabas, Confesiones de un asesino, El peso falso o La leyenda del santo bebedor, entre otras); seis libros de cuentos (como El espejo ciego o El mercader de corales), y artículos, reportajes y ensayos como Las ciudades blancas, Viaje a Rusia, Judíos errantes o Los cien días. Adscrito genéricamente al expresionismo, sus narraciones son sin embargo tan personales como para situarlo entre los grandes creadores de personajes simbólicos.

Izquierda y derecha

Roth, Joseph

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En 1905, cuando era diputado, al salir muchas tardes con dirección al Congreso, torcía mi camino. La situación de mi vivienda, al final del paseo de la Castellana, casi en el campo, ayudaba a esta fuga parlamentaria. Estaba convencido de la inutilidad de mis funciones de diputado republicano dentro de una Cámara fabricada por los monárquicos. Era preferible vagar por los alrededores de Madrid, viendo los curiosos personajes de la miserable horda suburbana. En estos paseos, que tenían algo de exploraciones, fui conociendo a los más de los personajes que figuran en la presente novela, o más exactamente, a los seres reales que empleé como modelos de mis tipos imaginarios. No existe un solo personaje en La horda, ni aun los más secundarios, sin su correspondiente hermano de carne y hueso. Cuando estudiaba las costumbres de los gitanos instalados junto al puente de Toledo, vino conmigo varias tardes el gran poeta Rubén Darío, interesado por mis relatos sobre las costumbres de esas gentes de origen nómada, entregadas a una vida sedentaria. Para estudiar a los cazadores furtivos me acompañó Pedro González-Blanco. Juntos, y vestidos con nuestras peores ropas, para que nos sirviesen de disfraz, fuimos una noche a cazar conejos en El Pardo, con unos cuantos hombres que exponían su vida. La descripción de dicha cacería, que figura en La horda, refleja exactamente la realidad. Guardamos en secreto algún tiempo esta hazaña penal, pero finalmente acabó por hacerse pública, y el Heraldo de Madrid contó en un gracioso artículo como el autor de La horda había acompañado a los explotadores furtivos para verles trabajar, con riesgo de su propia vida.

La horda

Blasco Ibáñez, Vicente

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