Leoteca - Parte de Smartick

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Resultados de tu búsqueda: 141 libros

Erótika habla de un asunto revolucionario y al mismo tiempo aceptado en la vida cotidiana de miles de mujeres en todo el mundo: la aceptación del cuerpo y la búsqueda del placer, no sólo como una experiencia sensorial y sexual, sino también como una búsqueda de identidad. Las mujeres de este libro son, por tanto, herederas de la revolución cultural que significó la famosa frase de Simone de Beauvoir: «Una mujer no nace mujer, lo deviene». En este conjunto de relatos hay reconocimiento y devenir, hay exploración y aceptación de la sexualidad y de su naturaleza efímera y al mismo tiempo absoluta. Nos encontramos personajes seducidos por la fuerza sexual de algunas de las mujeres. Un encuentro es al mismo tiempo una explosión de eros y su derrota. «Siempre me han conmovido los hombres frágiles. Quiero decir, aquellos que no se sienten a gusto con su rol masculino y se hunden en la melancolía, aquellos que tienen un aire de indefensión que desarma, y que suelen ser leales», dice la protagonista de una de las escenas. La autora afirma que su trabajo tiene que ver con un análisis del discurso femenino en la novela. Su resistencia a los géneros le ha ocasionado malos entendidos que De Souza analiza en algunos de sus artículos y textos ensayísticos. Más que «contar la historia como debe ser», a ella le interesa recomponerla a su manera. Esto la ha llevado a elaborar un discurso político como respuesta a la recepción de su obra y la de otras escritoras. Patricia de Souza nació en Cora-Cora, departamento de Ayacucho (Perú), en 1964. Estudió ciencias políticas, periodismo y filosofía, y desarrolló una tesis doctoral en literatura francesa y comparada sobre Flora Tristán y Lautréamont. Su primera novela, Cuando llegue la noche (Lima, 1994), suscitó el interés del público por su madurez y por los temas que abordaba: violencia, desarraigo, soledad... Sus novelas más representativas son Electra en la ciudad (Alfaguara, 2006) y El último cuerpo de Úrsula (Seix Barral, 2000). La mentira de un fauno (Lengua de trapo, 1999), su segunda novela, fue publicada en España y Perú, y Stabat mater (Debate, 2001) confirmó su propuesta narrativa. El último cuerpo de Úrsula ha sido traducida al alemán y la revista literaria francesa de lNRF (Gallimard) publicó su texto corto Désert. Recientemente ha publicado dos libros más: Ellos dos (Ed. San Marcos, Lima, 2007) y Erótika, escenas de la vida sexual (Jus, México, 2008). Actualmente reside entre Francia y México y escribe para diferentes periódicos españoles y peruanos.

Erótika

de Souza, Patricia

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Los cuentos de O. Henry tienen una característica que los hace inconfundibles, su final con sorpresa. La última línea resuelve, siempre con maestría, una trama, compleja en su camino por los sentimientos pero clara en la descripción de sus protagonistas. Jorge Luis Borges, que lo admiraba profundamente, dijo de él: «Edgar Allan Poe sostenía que todo cuento debe redactarse en función de su desenlace; O. Henry exageró esta doctrina y llegó así al trick story, al relato en cuya línea final acecha una sorpresa». Esto no es un cuento y otros cuentos recoge doce historias de nítida escritura, sentido del humor paradójico y un estilo directo, con una técnica que hoy llamaríamos avant la lettre, cinematográfica. O. Henry decía que en Nueva York hay cuatro millones de historias, las de sus cuatro millones de habitantes: desde el amor –o más bien la dura conquista de la mujer– al negocio del heroísmo, desde el periodismo a la caballerosidad sureñas, las «leyes» capitalistas de la oferta y la demanda o los indios «civilizados» que estudian griego y sólo arrancan la cabellera de sus contrincantes en los partidos de fútbol americano, sus narraciones cargadas de humor y de un enorme pragmatismo nos cuentan hechos insólitos en las vidas de gente corriente. Desde 1919 el O. Henry Award es el premio más prestigioso de Estados Unidos para relatos breves. Entre sus ganadores se cuentan narradores como William Faulkner, Dorothy Parker, John Updike, Truman Capote o Raymond Carver. O.Henry, cuyo verdadero nombre era William Sidney Porter, nació en Greensboro (Carolina del Norte) el 11 de septiembre de 1862. A los veinte años se trasladó a Texas, ejerció diversos oficios y se casó con Athol Estes, con la que tuvo dos hijos. En 1894, mientras trabajaba en el First National Bank de Austin, Porter fue acusado de apropiarse de cuatro mil dólares. Huyó a Honduras, donde vivió siete años, pero al enterarse de la enfermedad incurable de su esposa, que murió de tuberculosis en 1897, regresó y cumplió una condena de tres años en Ohio. En la cárcel empezó a escribir historias cortas para mantener a su familia, y tras su liberación en 1901, cambió su nombre por el de O.Henry y se trasladó a Nueva York. Desde diciembre de 1903 a enero de 1906, escribió un cuento semanal para el semanario New York World, y varios cuentos en otras revistas que le dieron una gran popularidad. Sus relatos cortos se convirtieron en ejemplo de construcción circular con un remate sorpresivo y teatral. Sin embargo su éxito radica en su empatía con el lector, en su elección de personajes y ambientes que sugieren familiaridad en situaciones excepcionales. Minado por el acoholismo crónico y los problemas económicos, O.Henry murió en Nueva York, el escenario de muchos de sus cuentos, el 5 de junio de 1910.

Esto no es un cuento y otros cuentos

Henry, O.

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Fabrizzio Falleti, Fabe, el mejor experto en cajas fuertes de Chicago está a punto de dar su último golpe y pasar a la reserva. Falletti, expulsado del cuerpo de policía, sólo tiene dos amigos: Doral Washington, un delincuente negro que es también colega y socio, y su ex compañero, el inspector de policía Jimmy Capone, quizás el único policía honrado de Chicago, jefe de la sección de Estupefacientes y con el que va a desayunar esa mañana. Un millón de dólares es su sueño, en efectivo, para comenzar su nueva vida. Un golpe limpio, una caja fuerte llena de dinero; como siempre, sólo cajas fuertes nunca droga, Fabe no toca la droga y su amigo Jimmy lo sabe, como sabe que la farlopa en Chicago no la mueve la mafia, oficialmente. Pero el golpe limpio se ensucia, la muerte de la hermana del mayor traficante de droga de toda la zona complica el negocio, la caja fuerte del intermediario tiene dinero, sí, pero también una gran cantidad de droga que Doral se niega a abandonar. Uno se queda con la pasta, el otro con la merca… Izzi diseña en La encerrona un planteamiento clásico de novela negra. Todos los elementos que la componen están en ella pero les da una vuelta de tuerca más a los personajes, un ex policía blanco asociado, en lo delictivo y en lo personal a un delincuente negro conforman una de las más extrañas parejas de toda la literatura policiaca. Eugene Izzi nació en 1953 en Chicago. El joven Izzi abandonó los estudios y comenzó su andadura por el lado salvaje de la vida que le reportó, entre otras cosas un variado historial de arrestos. Publicó su primera novela, La encerrona, en 1987 a la que le siguieron más de una docena, algunas con el seudónimo de Nick Galiano. Su mundo, la delincuencia organizada, las calles y los personajes de su infancia. Pero el nombre de Eugene Izzi, el más famoso escritor de novelas policiacas de Chicago, ha quedado asociado al misterio de su muerte. El 7 de diciembre de 1996 su cuerpo apareció colgando por el exterior de la ventana del piso 14 del edificio de la avenida Michigan donde se encontraba su oficina. La habitación estaba cerrada por dentro. El escritor se encontraba recopilando material para un libro sobre un movimiento extremista de Indiana. Oficialmente fue declarado suicidio, pero la sospecha del «crimen perfecto» todavía planea. «Misteriosa muerte del escritor de misterio» fue el titular de la prensa que añadía que Izzi llevaba un chaleco antibalas y en sus bolsillos anotaciones sobre amenazas de grupos paramilitares.

La encerrona

Izzi, Eugene

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Precursora de la novela de investigación judicial, la Historia de la columna infame se publicó por primera vez como apéndice de Los novios, la gran novela del italiano moderno. Sin embargo Manzoni, quizá preocupado por la incoherencia de incluir hechos históricos en una obra de ficción, decidió publicarla por separado. Los hechos que analiza la novela se remontan a 1630. Milán, entonces bajo dominio español, sufre una epidemia de peste. Una vieja chismosa lanza una acusación contra el comisario de Sanidad: lo había visto «untar» las paredes del vecindario. Los acusados son brutalmente torturados y confiesan. La sentencia condena a los acusados a una muerte atroz. Pietro Verri, tío de Manzoni, había tratado el mismo caso en sus Observaciones sobre la tortura para atacar una sentencia basada en la tortura de los implicados; Manzoni va más allá: los jueces que primero torturaron y luego ejecutaron la sentencia actuaron como «funcionarios del Mal» (en palabras de Sciascia, que los compara a los burócratas de los campos de concentración) porque, como letrados y hombres instruidos que eran, sabían que aquel delito era imposible y los presuntos autores, por tanto, inocentes. Leonardo Sciascia, en su nota preliminar, nos advierte de la desgraciada actualidad de la tesis de la novela: «Decir que el pasado ya no existe –que la tortura institucional ha sido abolida, que el fascismo fue una fiebre pasajera que nos ha vacunado– es de un historicismo de profunda mala fe, cuando no de profunda estupidez. La tortura sigue existiendo. Y el fascismo sigue vivo». Alessandro Manzoni, uno de los grandes autores de la literatura italiana del siglo XIX, nació en Milán en 1785. Era nieto de Cesare Beccaria (gran jurista e insigne representante de la Ilustración lombarda). En su juventud abrazó ideas racionalistas y libertarias por influencia del ambiente cultural e intelectual francés. Frecuentó en Milán el mundo de los prófugos nacionalistas en pleno fermento político, pero, decepcionado por los jacobinos, se acercó a los círculos liberales parisinos hasta su conversión al catolicismo en 1808, que marcará toda su vida. Patriota entusiasta, frecuentó a los intelectuales románticos milaneses y será unos de los teóricos más significativos de la unidad italiana, aunque su formación cultural (ilustrada y católica) lo convertiría en una figura peculiar. De hecho, condujo casi siempre una vida retirada dedicada a sus estudios. La redacción de Los novios ocupó buena parte de su vida, en una búsqueda constante tanto del lenguaje como de la fidelidad histórica. Tras la publicación del libro rechazó la narrativa de ficción, que consideraba «un falseamiento» de la verdad histórica y moral. Este nuevo planteamiento lo llevó en 1842 a escribir la Historia de la columna infame. Nombrado senador del Reino de Italia y venerado por la burguesía moderada italiana, murió en Milán en 1873.

Historia de la columna infame

Manzoni, Alessandro

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«Y ni en éste ni en el otro colegio de los hermanos aprendí yo na', ni a leer ni a escribir ni na', porque no hacía caso de na'», nos advierte Pericón. Sin embargo, aquel niño aprendió muchas cosas por las calles de Cádiz: a engañar al hambre (la canina), a cantar y a fabular. Y de qué manera. Quien interpreta la vida como lo hace Pericón, puede contar cualquier cosa sin que nadie lo pueda acusar de falsedad documentada. Porque Pericón y sus amigos viven lo que cuentan y sus fábulas no son artilugios literarios, sino pura y dura vida fabulada de hombres, pulpos, muchachas, gatos, loros, tabernas, playas, juergas y perros habladores. Así lo explica el poeta Fernando Quiñones: «Hay que aclarar con toda urgencia que, en un hombre como el que nos ocupa, imaginar no es nunca o casi nunca mentir. Jorge Luis Borges ha sugerido más de una vez la imposibilidad de diferenciar tajantemente la literatura realista de la literatura fantástica, ya que nada puede haber más fantástico, inesperado e inesperable que la vida misma, y que todo cuanto nos transita por la cabeza, el corazón o el sentimiento también forma parte de la vida, puesto que lo forma de la nuestra. La caudalosa, más bien torrencial, fantasía de Pericón, proveerá al lector de este libro, en numerosas ocasiones, de lances y pasajes más o menos difíciles de creer según los cánones –por otra parte, falibilísimos, como a diario podemos comprobar– que rigen nuestros razonamientos cotidianos. Pero no hay que olvidar que, así como en las leyendas más inverosímiles existe un fondo de realidad ocurrida y transformada por el tiempo, en los relatos y memorias de Pericón se mezclan indisolublemente lo que fue y lo que pudo ser, lo que para él fue así». El narrador Pericón de Cádiz (1901-1980), seguidor de la escuela de Enrique el Mellizo, interpretó magistralmente los cantes de Cádiz. Participó en espectáculos teatrales como la versión de Las calles de Cádiz que llevó al teatro Concha Piquer. Los últimos años de su vida profesional los pasó en el histórico cuadro grande del tablao madrileño Zambra. El recopilador y escritor José Luis Ortiz Nuevo, Archidona (Málaga), 1948, estudió Ciencias Políticas en Madrid y allí se aficionó al flamenco. Por Enrique Morente conoció a Pepe de la Matrona y Pericón de Cádiz. A partir de grabaciones con estos artistas surgieron dos libros que inaugurarían un nuevo género en la literatura flamenca. A éstos siguieron otros dedicados a Tío Gregorio el Borrico, Tía Anica la Piriñaca o Enrique el Cojo, que irán apareciendo paulatinamente en esta colección. En 1980, funda con otros aficionados la Bienal de Flamenco de Sevilla, en la que comienza a desarrollar su faceta teatral: Los últimos de la fiesta, Cantando la pena, la pena se olvida; Sevilla: concierto flamenco a su memoria, o la obra Por dos letras, basada en las memorias de Pericón de Cádiz. En hemerotecas de Sevilla y La Habana, Ortiz Nuevo ha recopilado datos históricos sobre los orígenes del flamenco, parcialmente recogidos en su libro ¿Se sabe algo? Viaje al conocimiento del arte flamenco en la prensa sevillana del XIX (1990).

Las mil y una historias de Pericón de Cádiz

Ortiz Nuevo, José Luis

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