Leoteca - Parte de Smartick

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La paga del sábado nos lleva a los primeros días de la posguerra en la Italia de los años cuarenta. Ettore, el joven protagonista, que ha vivido horas gloriosas en la guerra partisana, no logra adaptarse a la vida civil ni se resigna a entrar en la rutina del horario fijo y la paga semanal en la fábrica del pueblo. Ettore encuentra una solución más satisfactoria en negocios oscuros que producen suculentas ganancias. Ettore podrá sacar rendimiento a su aprendizaje en las colinas de Alba. Las armas y el miedo se convierten así en sus herramientas de trabajo. Pero Ettore tiene una familia y una novia, Vanda, de la que está profundamente enamorado, y planea para todos una vida más segura y tranquila sin renunciar a su innegociable libertad. El dinero que ha ahorrado pacientemente con sus «negocios» servirá para montar una gasolinera que les permita vivir honradamente. Un estúpido accidente convierte el final feliz en tragedia. Beppe Fenoglio (1922-1963) Calificado de «escritor aislado», no tuvo una carrera literaria fácil. Marcado por la experiencia de la lucha antifascista en los montes de las Langhe (1944), en 1949 rechazan su primera obra, Racconti della guerra civile. En 1952 Elio Vittorini le publica los cuentos I ventitrè giorni della città di Alba para Einaudi. Tibiamente acogidas por la crítica su traducción de la Balada del viejo marino de Coleridge y su novela corta La malora (La ruina, Basarai Ediciones, 2000) publica en 1959 la novela Primavera di bellezza (premio Prato en 1960). En 1962 recoge el premio Alpi Apuane por el cuento Ma il mio amore è Paco. En la noche del 17 al 18 de febrero de 1963 fallece en Turín de un cáncer de pulmón. Ese mismo año aparece Una questione privata (Un asunto privado, Barataria, 2004) al decir del crítico Giulio Ferroni «la obra más perfecta y más lograda de Beppe Fenoglio». La edición crítica de las obras completas de Fenoglio ha sido publicada por Einaudi bajo la dirección de Maria Corti.

La paga del sábado

Fenoglio, Beppe

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Mi ensimismamiento no implica que pierda mi agilidad mental y física. Mientras me mantengo ahí, quieto, como una estatua, con los ojos entornados e indiferente en apariencia, si pasa una mosca yo, con un movimiento de cabeza prodigiosamente rápido, abro la boca y me la trago. No es que las moscas sean mi plato favorito, naturalmente. Es por el placer de ejercitar todas mis facultades, mis potenciales funciones, y digo bien, todas, al mismo tiempo. Si Pa tuviese mi concentración y también mi rapidez, cuántas cosas prodigiosas pensaría y escribiría en un abrir y cerrar de ojos. En efecto, él también se queda muchas horas inmóvil, como clavado en un extraño bastidor de madera que llaman escritorio. Pero él padece, suda, se interrumpe, mira cien veces a un lado y a otro, sufre ataques de pánico («¡Dios mío! ¡Otra hora perdida!»), se rasca la cabeza, rebulle en el asiento y, a veces, dice palabrotas. Al final, de todo ese sufrimiento no quedan más que algunos garabatos sobre un papel. Nacido en Roma en 1933, Alberto Asor Rosa, prestigioso historiador y crítico de la literatura y la cultura italianas, dirige actualmente el departamento de Estudios Literarios y Lingüísticos de la universidad La Sapienza de Roma. Su obra ensayística se ciñó en los primeros tiempos al ámbito de la historia de la literatura. De esta época sobresalen sus monografías sobre Boccaccio, Verga y Calvino, así como sus Storia della letteratura italiana (obligado manual de consulta en institutos y universidades), Un altro Novecento, Letteratura italiana del Novecento (ensayos sobre la literatura italiana de posguerra) y Genus Italicum. Paralelamente, desde su conocida posición en las filas de la izquierda italiana, ha producido ensayos de análisis histórico-político: Le due società, L'ultimo paradosso, Fuori dall'Occidente, La sinistra alla prova o La guerra. Ha escrito dos obras de narrativa: El alba de un mundo nuevo (Barataria, 2005) y Historias de animales y otras vidas.

Historias de animales y otras vidas

Asor Rosa, Alberto

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Mi nombre y mi edad verdaderos no importan. He escrito sobre cosas que ocurren cada día en el barrio donde me crié, un lugar donde los padres intercambian historias sobre el daño que los jóvenes latinos se causan unos a otros. Cualquiera que haya estado relacionado con una pandilla tendrá una historia parecida que contar, en algunos casos incluso más trágica que la mía. He optado por mostrarme como un ex pandillero más, uno que abrió los ojos a tiempo para sobrevivir. Las principales víctimas de este crecimiento son las familias hispanas, porque las pandillas inculcan a los jóvenes lo que sus padres no consiguen darles: el sentido de pertenencia al grupo, aunque en este caso sea falso. La policía, que no hace nada para ganarse la confianza de las comunidades más castigadas por esta delincuencia, forma parte del problema. Las pandillas se han convertido en una industria que mueve miles de millones de dólares y da trabajo a muchos profesionales del sistema judicial en todo Estados Unidos. Policías, legisladores y abogados se aprovechan: nadie saldría beneficiado si se redujeran los delitos cometidos por estos jóvenes, salvo, por supuesto, los que viven en las zonas donde actúan. Reymundo Sánchez es el seudónimo de un ex Latin King que actualmente se halla amparado por el programa estadounidense de protección de testigos. En estas memorias desgrana en primera persona y sin dejar nada en el tintero el relato devastador de la formación de un pandillero en una gran ciudad estadounidense. Para ello nos sitúa, a finales de los años sesenta, en su país de origen, Puerto Rico, y en un entorno de pobreza rural y precariedad social y familar, donde a muy tierna edad sufre los más terribles abusos en el seno mismo de la familia. A principios de los setenta, muerto su padre y con un padrastro que lo maltrata constantemente, la familia se traslada a Chicago, la gran metrópoli del norte, donde a la desestructuración previa se une el perfecto caldo de cultivo para la caída en la delincuencia: miles de hogares viviendo bajo las mismas condiciones, acceso a armas de fuego y a las drogas, marginación racial y avidez materialista. En esas condiciones, los jóvenes latinos, unidos por el odio y la deseperación, se entregan a una vida criminal amparados por organizaciones como los Latin King en las que los «hermanos» se sienten protegidos.

Latin King

Sánchez, Reymundo

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